miércoles, 3 de junio de 2009

Verano del 89


Era marzo de 1989. Con tan solo tres años de edad la vida ya me tenía preparado una gran prueba.

Era una mañana diferente a las demás, mi padre había llamado para decir que había cobrado su primer sueldo en el trabajo en el que había ingresado. Fue entonces cuando esa llamada sería el inicio de un gran accidente.

Con el dinero de mi padre, mi madre (Rosario) dio a mi tía Lucía la plata para que fuera a comprarme el helado de crema que tanto quería, en el Trópico (lugar donde vendían los helados). Era imposible olvidar ese nombre y ese lugar que tantas veces cuando era niño me trajo más de una alegría. Algunos dirán que es imposible que me acuerde de tantas cosas, pero si algo me caracteriza hasta el día de hoy es que tengo buena memoria para fechas y acontecimientos (malos en este caso).

Justo ese día, por razones que desconozco, el timbre estaba roto y mi madre no escuchaba los golpes a la puerta. Golpes que ahora yo los tomo como portazos de ayuda como diciendo: ábreme, ayúdame que algo malo va a pasar. Ese día la puerta sonó como nunca desesperadamente, pero nadie abrió. El destino ya estaba escrito.

En esa época la tecnología no existía en el Perú y, si existía, era muy lejana o escasa. Es por eso que llamar era imposible.

Un primo tuvo que trepar y me alzó en brazos para que yo también pudiera estar cerca de las escaleras que condujeran hacia mi casa. Todo iba muy bien hasta que el diablo disfrazado de un pequinés hizo que desviara la mirada y mirara hacia abajo, donde él me estaba esperando como para terminar el encargo que el ángel negro le había encomendado. Caí.

Desde ese momento, para mi familia el cielo de Lima se puso más gris que nunca. Me llevaron de emergencia al hospital de la FAP ensangrentado. Era imposible saber lo que pasaba en mi mundo. Yo sólo tenía tres años de edad, no sabía de qué trataba la vida, sólo en mi cabeza cabían los juegos, ese helado de crema que me habían comprado y los ratos viendo la televisión.

Nadie lograba entender como podía encontrarme en esa situación, un niño alegre, indefenso y con unas ganas de vivir… Ya le había tocado sufrir más de la cuenta. La familia de mi papá no lograba comprender que después de tanto buscar un nieto, había llegado yo y tan rápido se lo iban a arrebatar.

Fue entonces cuando surgió la incertidumbre y el miedo a que mi abuela me quisiera consigo en el cielo.

Mi abuela siempre quiso tener un nieto y hasta Noviembre de 1985 ese deseo era esquivo. Fue entonces que cuando nací yo ella fue la mujer más feliz del universo. Me llenaba de regalos y cosas materiales que, quieras o no, te hace muy feliz. Pero el destino me arrebató su cariño cuando yo terminaba de cumplir el año de edad, en una súper fiesta en el famoso Rancho, ya destruido.

Cuando me internaron me colocaron en la misma habitación y en la misma camilla donde había estado mi abuela. Todos pensaban que Celina me quería lo más pronto con ella.

Cada uno trataba de darme ánimos, como si nada estuviera pasando. Yo estaba con imanes de refrigeradora todos los días – eran imanes colocados en la cabeza y en el cuerpo - y las enfermeras me decían que era eso para que me los dejara poner. Además estaba con suero y con una aguja inyectada a la vena.

Mi vida se estaba yendo como agua entre los dedos según decían los doctores, no entendía de filosofías ni de que las cosas cambian de un momento a otro. Solo quería ver Gisela (al primer año de edad fui a su programa en vivo y me cargó en sus brazos) actuar y cantar como Luis miguel o hacer esas muecas que tanto me caracterizaban y no estar postrado en una cama sin poder movilizarme en un lugar donde te prohibían el amor de madre, el cariño de familia y que ese amor sólo se podía sentir dos horas al día, cuando yo lo tenía las 24 horas.

Los días pasaban y los doctores no daban esperanzas. Hasta que en una noche le dicen a mi madre que no pasaba de esa noche, que iba a morir o, de lo contrario, iba a quedar vegetal. Mi madre desconsolada se intentó suicidar, no imaginaba la vida sin mí. Le quedaba rezar e implorar a Dios que se haga el milagro. Se hizo realidad.

Han pasado 20 años de ese episodio tan trágico de mi vida, ahora es por eso que estoy acá escribiendo estas líneas, aunque a veces me pongo a pensar que si no hubiera sido mejor morir en aquel instante, pero si la vida quiso que esté de nuevo con la gente que quiero será por algo y lo iré descubriendo en el andar de mi destino.

No sé si habrá sido un milagro o la eficiencia de los doctores, lo que si puedo decir es que si fue Dios el que hizo ese milagro estoy en deuda con él y también en falta porque mi fe se oxida cada vez más, de repente será porque como hace veinte años no me ocurrió nada similar, no me acuerdo de él.

Ahora solo puedo decir que todo sucede por algo y que desde aquel entonces nunca más volví a un hospital, nunca más me volvió a suceder cosa tan espantosa y que del Ricardo de ayer al de hoy cada vez queda muy poco.



6 comentarios:

  1. Hola jeje. Bueno como primer mensaje esta muy bien. A ver si no abandonas el blog jeje.

    saludos.

    ResponderEliminar
  2. uuuooohhhh nunca supe sto, pues las cosas si pasan x algo. Felizmente todo fue para bien! y a seguir adelante.. creo que es como una fuerza d motivacion constante. saber q estas aqui y tener q aprobecharlo!!

    chevere la apertura d tu blog :D!
    Ric

    ResponderEliminar
  3. Sii primitO las cosas pasan x algoo
    y Dios quizo q estes con nosotros tu familiaa =)
    Solo Dios puede ver todo lo que pasa y sera el unco que juzga ...
    y te quieroo un montonnn lO sabes , asi me votes de tu casa para no almorzar o ir de shopping y tomar un cafecito en Starbucks , de ves en cuando una salidita nO ?
    Muchos besitosss

    ResponderEliminar
  4. El de la amiga Lulú me arrancó sonrisas, pero luego caí totalmente con la segunda historia, pero me ayudó a alimentar mi fe =), porque conocí un caso más de milagro y todo eso pasó porque Dios lo quiso asi =)

    Ahora te tiene aki de pie, para que demuestres ahora, que tan FUERTE y EXITOSO eres en TESIS!

    ejejejejeje =)
    Suerte!

    ResponderEliminar
  5. Bueno al leer tu historia tengo una Critica como buen lector. Noc, me parece, y/o opino que en esta parte de tu relato, puedes omitir la palabra noche, asi los lectores podrian ponerce a analizar sobre una incognita.

    Frase Detectada:
    "Hasta que en una noche le dicen a mi madre que no pasaba de esa noche"

    Dejo al Criterio de usted si la corrige o la deja como esta.

    Atte.Cesar Vallejo .SC.

    ResponderEliminar
  6. Soy poco de leer, la intensidad de atencion que presto a un libro o a una lectura es muy pobre, no entiendo lo que me tratan de transmitir asi que aveces tengo q leer 2 ó 3, es mas, aveces ni termino de leer lo que estoy leyendo por que me duermo o me aburro ... pero lo que has escrito me gusto bastante, atrajo mi atencion y mas aun "verano 89" y yo creo que si "el jefe" no te llamo en aquel año es por que aun tienes una mision que cmplir aqui en tierra y no seas ingrato anda a verlo, a visitarlo por que no creo que aya sido ineficiencia de los doctores.

    ResponderEliminar