martes, 15 de diciembre de 2009

Una carta al cielo

Un 18 de noviembre, hace 23 años me contaron que caíste enferma y nunca más pudiste recuperarte. ¿Por qué te fuiste?, será porque ya Dios te había regalado la dicha de conocer a tu nieto? no lo sé.

Solo tengo de ti una imagen en mi memoria, tú me tenias cargado en brazos en la escalera que llevaba hacia tu habitación. Solo eso, un recuerdo. Hubiera querido tener más cosas de ti, todos hablan que fuiste fuerte, que quisiste a tus hijos y que siempre velaste por todos ellos, no lo dudo.

A veces me he puesto a pensar como seria la vida contigo a mi lado, como hubiera sido conocerte, jugar contigo, conversar y que veas cada pasó mío. Sé que te sentirías orgulloso. Si habría nacido algunos años atrás de repente hubiera tenido muchas cosas de ti.

Ahora solo tengo que conformarme con algunas fotos algo desgastadas por el tiempo en el rancho o ponerme melancólico al escuchar tu voz cada mes de mayo en un casete que dejaste grabado antes de tu muerte o escuchar anécdotas que cuentan tus hijos cada vez que hablan de ti, Celina.

Te cuento que he sido muy feliz, tengo amigos y una familia unida. Mi padre heredo de ti ese amor por los hijos y la unión familiar sobre todas las cosas, y mi madre (según comenta ella) la buena sazón por la cocina, aparte de otras virtudes.

Yo ya en pocos días termino mi carrera, se que estas feliz, lo siento. Estas son las ocasiones donde quisiera que estés presente, ver que tu primer nieto está a punto de graduarse, eso también te lo debo a ti porque tú desde arriba me has iluminado. No te pongas melancólica, ya habrá oportunidad de reencontrarnos y podernos dar ese abrazo postergado que no nos dimos en su momento y aparte de eso muchas cosas más.

Si tengo algún consuelo “positivo” por no tenerte a mi lado es que no te vi sufrir, no te vi agonizar intentando ganarle la batalla a tu enfermedad y solo quedo grabado en mi esa sonrisa de aquella foto de antaño, así quiero recordarte.

Espero no haberte decepcionado, espero ser ese nieto que tu tanto anhelaste en su momento, al que nunca vas a olvidar y por quien vas a velar todos los días para ser mejor persona, te quiero mucho y gracias por dejar un gran legado.

Tu nieto

PD: Desde el próximo post, hare mi blog algo más personal dejando de lado los recuerdos.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El principio del final

Son las 2:08 de la madrugada del 31 de octubre y la melancolía invade mi cuerpo. Ya no falta casi nada para cumplir los 24 y me pongo a pensar que tal vez sea uno de mis últimos cumpleaños, sino el ultimo, que lo pasaré con muchos de mis compañeros de la universidad, no digo todos pero si habrán varios que pasando mi onomástico y terminando la carrera sólo me comunicaré por la vía mas fría que puede existir, el Messenger o un teléfono.

Los abrazos y los gestos de afecto se extinguirán para dar paso a solo un recuerdo. Por eso este cumpleaños quiero pasarlo con mucha gente, y disfrutar cada momento que me queda, sólo un mes.

He tenido muchos cumpleaños que he celebrado, justo ayer ordenando algunas cosas encuentro un VHS de cuando cumplí 8 años, fue con mago y con muchas personas que hoy ya no forman parte de mi vida (lo recuerdo como si fuera ayer). Con una ingenuidad marcada pensé que la magia existía, ahora sé que fue muy iluso de mi parte pensar eso, pues si fuera cierto, ¿a quién no le gustaría volver al pasado? A mi sí.

Volver a ese pasado del rancho, donde mi abuela existía, y aunque sé que ella estuvo presente físicamente en mi primer año, en mi memoria, estuvo los 23 y ahora los 24 años de edad que cumpliré la semana que viene. Quiero que ella desde el cielo, su cielo, me vea dichoso.

Pero así como ese cumpleaños en el rancho y en el que asistió un mago, hubieron otros que me llenaron de mucha felicidad como los celebrados desde que estuve en la universidad, especialmente los dos últimos, y este año espero no sea la excepción.

En mi época universitaria he celebrado 4 cumpleaños, con el del sábado sería el quinto y el último, para así cerrar y dar fin a una etapa que me llenó de muchas satisfacciones. Será una final anticipada.

Nadie sabe qué pasará después. Nadie tiene la vida comprada. Trabajaré, de repente haré mi vida afuera, o quizá será el momento de partir – sí me entienden, ¿verdad? -. Pero lo único que sí quisiera en el poco o mucho tiempo que me queda es estar con mis verdaderos amigos y la familia.

Yo no anhelo tener un millón de amigos como Roberto Carlos, con los que tengo ya me siento más que bendecido y agradecido, sólo quiero conservarlos hasta el final de mis días que espero sean muchos años más.

Son las 3:50 de la madrugada y mis ojos agotados y cansados me indican que ya es hora de dormir, mañana será otro día y sólo espero que el próximo fin de semana, tanto yo como mis invitados, pasemos un momento de mucha adrenalina, porque si hay algo que espero con tantas ansias cada año, aparte de la Navidad y el año Nuevo, es mi cumpleaños y los que me conocen pueden dar fe de ello.

Se despide, Ricardo.

sábado, 3 de octubre de 2009

yo te recuerdo

A fines de los 90, Perú salía de un estado de coma que duró 10 años. Lo peor (para muchos) ya había pasado. Hablo del gobierno del ex presidente Alberto Fujimori. Para la mayoría de personas fue el peor mandatario de la historia, para mí, el mejor.

Pero ese no es el tema. En esos años donde el país cada vez se acomodaba mejor, llegó un quinteto argentino para poner a bailar y gozar a una Lima que estaba falto de eso. Sí, hablo del grupo parchís, que al ritmo de veni, juga, baila, hacía enloquecer a cuanto niño se rindiera a sus pies.

En esa época yo tenía 13 años y ya pasaba por una desilusión amorosa, por mi amor de infancia, por ese amor imposible. Sí, estaba enamorado de Sandra (una de las integrantes del grupo). Tuve una relación con ella, tuve hijos y hasta me casé, claro todo en mi imaginación, en mi mundo irreal. Sí, ésas que sólo pasan en las novelas y hasta en los mejores cuentos.

Hubo dos temporadas y con ello dieron fin a una década y a una infancia digna y sana, se despidieron con su mundo mágico, con su circo que desató toda la algarabía de los limeños.

Recuerdo que asistí a su última función, estuve en primera fila y ahí estaba ella cantando, con esa voz tan dulce, ese movimiento tan sexy y ese rostro que derramaba dulzura por donde quiera que vaya. Mi sueño se había hecho realidad, nunca la vi tan cerca como esa vez. Pero me tenía que resignar, era tu última presentación ante los peruanos y yo tenía que dar fin a una fantasía de amor, a mi ilusión de pequeño.

Gracias por regalarme la posibilidad de enamorarme (aunque nunca lo supieras), por las mañanas de felicidad al prender la televisión y verte a ti, a mi ficha amarilla.

Hoy no sé nada de ti, pero prefiero recordarte así como antaño y aunque para mi haya sido una experiencia muy gratificante, la vida ya me estaba dando señales que lo mío no es el amor y como diría un divo mexicano…yo no nací para amar, nadie nació para mí.

lunes, 10 de agosto de 2009

Fue ayer…y si me acuerdo

Hoy es una tarde lluviosa en Lima y las bocinas de los carros inundan la capital, así que decidimos con mi familia ir en búsqueda de sol y tranquilidad.

Camino a Cieneguilla unas cometas de colores llamaron mi atención y me hicieron retroceder muchos años atrás. Me pongo a recordar todos los juegos de infancia que me extasiaba jugar con aquellos amigos de antaño que fueron testigos de las largas horas de travesuras y diversión.

Nos reuníamos todos los días en un lugar específico, recuerdo, y decidíamos el plan de ese día, muchas veces cada uno salía con un muñeco diferente para empezar a jugar con la tierra; el sudor y las manchas en las manos eran cómplices de las horas de alegría.

Crecimos bajo el mismo cielo con la cara sucia de tanto jugar, no había mas felicidad que aquel cometa ver volar y aquel trompo de madera ver bailar. Era la felicidad más gratificante que unos objetos de madera y plástico podrían darte.

El auto que mi padre esta manejando esta cada vez cerca del lugar, lo noto porque la señal del nextel esta fuera de servicio.

Otros entretenimientos que desempolva mi mente son los infaltables juegos de canicas, el montar bicicleta y el juego de las escondidas.

Era de esas infancias donde no existía la malicia, el egoísmo ni el que uno tenga más o menos. Todo se compartía, la cosa era ver dibujada en nuestros rostros una sonrisa que solo la luna apagaba cuando ya era hora de tomar la siesta.

Suena la bocina de un automóvil y vuelvo a mi realidad, ya estoy apunto de llegar a mesa de piedra (restaurante campestre) y vuelvo a sonreír con nostalgia.

Ha pasado mucho tiempo, algunos amigos perduran, otros se han ido, pero nosotros los de entonces ya no somos los mismos. En estos tiempos estoy apunto de acabar una carrera, tengo buenos amigos, grandes amigos y otras experiencias que vivir, totalmente diferentes a las de ayer, pero que harán que cada día crezca como persona.

Ahora solo me toca aborrecer a Fisher Price o Max Steel porque de la infancia de ayer ya no queda nada, la tecnología (en este caso en los juguetes) acabó con la inocencia de los niños de hoy. Tanto avance tecnológico embrutece a muchos y hace que un puberto de esta década queme etapas muy rápido, por eso puedo decir con orgullo... ¡Ampay me salvo!

lunes, 8 de junio de 2009

Mi pequeña Lulú

Fueron las 8 de la mañana cuando Lima se despertó con una llovizna poco acostumbrada y yo con una nostalgia justificada. Pensé, ¿Que será de Lulú y sus amigas? Que más de una vez hicieron que nuestro paladar sea una fiesta al probar esa bebida ya en vía de extinción. Había de varios sabores, 3 para ser exactos. No había coca cola que superara esa sensación de placer, y los que vivieron esas épocas prodigiosas de niñez en un país en pedazos, pueden dar fe que fueron años con mas de una alegría.

Y baso mi idea en que no podemos olvidar programas como “Hola Yola”. Cómo no recordar a millones de niños sin perderse ninguna emisión del programa cantando al ritmo de la gallina turuleca o del rancho bonito que, quieran o no, nunca pasa de moda. O años mas tarde en los 90’s trasladarnos en una nube a un mundo mágico llamado Nubeluz, donde la inocencia es lo que mas sobresalía y jugar, pasarla bien, era lo único que importaba. Muchos lloraban para ingresar al set del amauta, lo viví personalmente y creo que ni Baggio (jugador italiano) después de fallar el penal en el mundial del `94 se frustró tanto como aquellas personas que pude presenciar ese día. Pero bueno, ése es otro tema. Hoy quería escribir sobre Lulú y sólo espero que algún día nos hagan el favor de volver a sacar en una edición ilimitada a esa bebida y a sus fallecidas pero también recordadas amigas bimbo break, pasteurina y manzanita.

Sé que será algo difícil, porque hoy nos invaden diferentes marcas, tamaños y sabores. Pero tengo sed y era inevitable volver al pasado, sólo me queda decirte, mi compañera de infancia, que nos veremos en el paraíso y si hay algo que agradezco fue ser unos de los privilegiados de estar en esos años cuando estuviste en las bodegas de la esquina.

Salud por los años `90s y por los que ya no vendrán, pero si guaraná volvió, ¿por qué tu no? No hay mal que dure mil años, ni Lulú ni yo que lo resistan.