lunes, 15 de febrero de 2010

Sebastián…

Ese es el nombre que siempre hubiera querido para mi hijo. El cual no tendré, el cual no quiero tener. No me creo en capacidad para traer un hijo al mundo, me gustan los niños pero no quiero tener ninguno.

Esta idea lo tuve a la medida que fui creciendo, pues no soportaría desvelarme varias veces en la madrugada para poder calmar el llanto que poco a poco terminaría por romperme el tímpano, ya mucho he tenido con sobrinos que me hicieron reafirmar y madurar mas mi idea.

No quiero estar pendiente de cada paso que des, de cada acción que realices, o vivir con los nervios de punta pensando en lo que estarás haciendo en ese momento, que si metes la mano al enchufe, que si juegas con fuego o ya de grande, si fumas marihuana u otros vicios más que cada vez abundan en la capital.

No soportaría gastar gran parte de mi sueldo en una mensualidad escolar con la idea que a Sebastián se le tiene que dar una educación digna y no en cualquier colegio porque en este país fracturado nos importa el qué dirán, ni muchos menos endeudarme en mis tarjetas de crédito para complacerte el capricho de que estas cumpliendo un año más de vida o comprarte el mejor regalo de navidad con la excusa de que un viejo con barba llamado Papa Noel te lo trajo, cuando en realidad soy yo el que me estaría endeudado hasta el cuello para no romperte la ilusión.

Carajo! No digan que no, porque si traes una criatura a este mundo es para darle una buena calidad de vida y no para que pase penumbras ni privarlo de cosas, así que mejor me libero de esa culpa.

Y que mi hijo esté en el colegio conllevaría aguantar todos los paseos con los padres, soportar que cada fin de semana a Sebas se le ocurra traer a todos sus compañeros de escuela a jugar en la casa. Quiero vivir tranquilo, y si lo puedo evitar mucho mejor. Para que cargarme responsabilidades si la vida me da la oportunidad de esquivarlos.

Y si el colegio es un gasto de 11 años, la universidad será mucho peor.

Vamos hijo, tenlo por seguro que de la practica con tu madre no pasaras, porque tanto tu como yo nos estamos haciendo un bien: yo por lo señalado líneas atrás, por ahorrarme respuestas a tus preguntas comprometedoras, por no volverme viejo antes de tiempo y por miles de cosas más. Y tu porque no quiero que vivas en un país cada vez mas pre juicioso como este.

Créeme que esta es la decisión más acertada que he podido tomar, sé que me lo agradecerás en su momento, ya llegaras a una familia donde te puedan dar lo que no puedo o no quiero.

Te quiere mucho…

Tu padre.