miércoles, 4 de mayo de 2011

Dulces recuerdos

Hoy volví al lugar donde de niño compraba diversas golosinas que alegraban mi paladar. Hoy es invierno y ello viene acompañado de nostalgia. Hoy la bodega no ha cambiado mucho, sigue teniendo esa fachada desgastada y esa luz tenue que se resiste a apagarse, que se resiste aceptar que el tiempo ha pasado.

Pero ya los tiempos son otros y ella creo que lo nota. Ingreso a la tienda y con una sonrisa dibujada en sus labios y con voz cansada (de mujer que lo ha vivido todo) se asombra de lo mucho que he crecido y de lo ingrato que he sido. Le extiendo la mano y aprecio con melancolía lo que el tiempo se llevo.

El tiempo se llevo aquella mujer jovial y activa de los años maravillosos (los 90´s), se llevo también los innumerables dulces que abarrotaban sus vitrinas y las mil y un anécdotas que transcurrían a diario.

Se esfumo sin decir adiós el famoso chocomel. Ese polvillo de cacao que ensuciaba hasta los uniformes escolares, era la felicidad en pleno.

Hemos tenido momentos ´sublimes´ (envueltos con papel manteca) y momentos ´mostros´ que compartimos con diversos amigos y enemigos que hoy forman parte de nuestro pasado. Como si estaríamos pagando algún mal, los picolines, el coco-roco y los famosos chicles dos en uno se jubilaron del mercado sin importar lo que significaban para nosotros.

Y si de snacks o galletas trataba el asunto, no había niño que no vaya a la bodega a comprar chomp de vainilla (algo que todavía reclamo) pippo, Miami, crisp o la charada de maní.

La lista es interminable y los dientes perdidos muchos más, como también clientes y nostálgicos que ya no van de compras con la alegría y el éxtasis que los caracterizaba. Algunas marcas han desaparecido y muchas se han reinventado. D’Onofrio es Nestlé y sus helados y manjares dejaron de ser lo mismo. Así como Field que perteneció a Nabisco y ahora está en manos de productos Kraft.

Soy consciente de que se tienen que reinventar, y los fabricantes tienen (lamentablemente) que estar en constante cambio, porque los consumidores de hoy son mucho más exigentes a los de ayer, pero si hay algo que siempre quedara entre nosotros son los dulces recuerdos que permanecerán fijos hasta la eternidad.

lunes, 2 de mayo de 2011

El peligro de soñar

Soñar no es malo si en la habitación donde duermes tu alma observa que lo haces con los ojos cerrados. Soñar no es tan desagradable (así haya sido algo indeseable) porque sabes que al pasar de los minutos o segundos eso acabará en algo que nunca (o casi nunca) se hará realidad.

Lo lamentable es cuando se sueña despierto porque sueles chocar con una realidad nada agradable y esa burbuja sostenida por las ilusiones que uno se crea, revienta y caes a un abismo que probablemente no tenga fondo.

Ilusionarse no es malo, pero hay que saber darnos cuenta cuando ello no está yendo por el camino correcto, porque ese camino nos puede llevar a un sendero que no llegue a ninguna parte –o bueno - lleva al fracaso, a la desilusión, a no creer más en alguien o algo.

Me paso con Mia. Vivíamos el momento, el día a día, sin objetivos ni planes que nos lleven a algo concreto. Solo vivíamos. Algunas muestras de cariño que en el momento parecíamos como la combinación perfecta, pero roto el hechizo se convertía en olvido.

No frecuentábamos mucho –casi nada- y cuando nos veíamos volvían a ocurrir circunstancias que el tiempo ayudaba a olvidar. Cada quien mostraba sus afectos a su manera, sin remordimientos ni acusaciones.

Pero eso que alguna vez creímos eterno, sabíamos que tarde o temprano iba a llegar a su fin, porque yo lo sentía así y porque ella poco a poco fue perdiendo el interés en salvar algo, que era todo menos una relación.

No tengo dudas de que Mia no me ama, nunca me amo, nunca podría amarme, pero también tengo la certeza de que no me odia, nunca me odió. Esos sentimientos no van con ella, pero si florecen o ya broto ese rencor, tengan por seguro que es gracias a mí.

Por ello no sé si quiero seguir matando o si lo que en verdad quiero es matarme. Porque siento culpa y ello no me deja vivir tranquilo. Nunca seremos nada y también creo que nunca me mataría, porque ella sabe que la cobardía es uno de mis puntos débiles y por ello, mi querida Mía –aunque suene descabellado- te matare y terminare de sacarte de mi pensamiento porque te amo.

viernes, 1 de octubre de 2010

A tí

Tengo una hermana de sangre pero un hermano de corazón. Aquel amigo incondicional que está conmigo ya hace varios años en mis alegrías y tristezas, esa luz en la distancia, el reposo de mis ansias. Aquel hermano que siempre me da la mano sin esperar nada a cambio. Es mi amigo, mi hermano, parte de mi familia y de todo lo que me rodea. Es el que calma mis turbulencias, el que siempre me tiene paciencia.

Lo conocí cuando el verano ya iba a llegar a su fin, Marzo del 2005 para ser exactos. Yo venía de tener un paso frustrado en la carrera de Administración de la misma universidad, estuve cerca de año y medio intentando sobrellevar la carrera aunque yo siempre supe que quería estudiar Comunicaciones.

Por cosas del destino y sin haberlo planeado me fui a Miami por un mes con mi familia, y es ahí cuando mi madre me da la posibilidad de retirarme de la carrera y postular a Ciencias de la Comunicación.

Ahí me di cuenta que el camino siempre está escrito, porque Dios, el destino y la vida me pusieron en el lugar indicado, en el año oportuno y en el salón correcto. Aquel salón donde sin imaginar iba a encontrar a mi confidente, a la persona que sería participe y cómplice de tantos logros.

Eres tu el que no solo aplaudió mi éxito sino que cuando falle me mostraste mis errores y borraste mis temores porque eres amigo y el nombre no te queda grande.

Espero nunca perderte. Espero siempre tenerte hasta el fin de mis días porque la vida me regalo tu compañía y eso lo valoro como no tienes idea.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

No acepto

Una noche lluviosa de aquel mes de Febrero y con el cielo totalmente despejado me dieron un No como respuesta, quebrando así todas mis esperanzas que hasta en ese momento estaban latentes.

Era mi primera decepción amorosa cuando recién bordeaba los dieciséis, cuando el corazón todavía no se sentía fracturado ni mucho menos rechazado por una persona que yo creía que me daría un Si con la sonrisa dibujada en los labios.

Si nos ponemos analizar la situación, es una simple palabra de negación conformado por dos letras pero que deja huellas (profundas) y en mi caso secuelas con el correr de los años.

Ha ella yo la amaba, es más, no he podido sacarla de mi mente hasta el día de hoy, porque fue mi primer amor (no correspondido, claro está) y eso nunca se olvida.

Alexandra tenía el rostro esplendido, una mirada que transmitía dulzura y un carisma acompañado con sencillez que provoco que perdiera la cabeza por ella. A mis casi dieciséis el perder la cabeza (por aquellos años) no te hacia realizar las cosas que de repente a mis veinticuatro haría.

Era ese perder la cabeza de “niños” buscando una excusa perfecta para pasarla bien, de concederle cosas que para mí era un privilegio hacerlo y que sencillamente no costaban nada (casi nada) o simplemente ir a buscarla en aquel edificio de color crema para caminar por aquella calle 9 de Monterrico que tantas veces fueron cómplices de nuestras aventuras.

Pero cuando ya habían pasado dos años de tratarnos y la amistad estaba consolidada di el siguiente paso, del cuál (y a pesar de todo) nunca me arrepentiré porque pude sacarme aquella duda que convivía conmigo a tan temprana edad y simplemente porque gracias a ello conocí otra virtud que me era ajeno a ella, su sinceridad.

Desde aquel cielo de Febrero, del año 2002, hasta el cielo radiante de hoy que me inspira a escribir estas líneas, no la he vuelto a ver. Solo efímeras conversaciones por Messenger hasta actualizaciones en su facebook me acercan a ella tan fríamente.

Desde aquel episodio amoroso en mi vida no me he vuelto a enamorar con tal intensidad, no he tenido relaciones duraderas (casi nada) en el trascurrir de los años, ni mucho menos perdí la cabeza por alguien, pues todo lo contrario, me acostumbre a mi soledad, a mi entorno y a preocuparme por cosas o personas que realmente me necesitaban.

Porque como dije en un principio esa palabra tan simple como compleja deja secuelas y yo fui victima de ello.